En la comunidad trabaja “toda la gente”,
afirma la señora María de la luz Ramos. “Uno, como mujer que es, haciendo
petate para la cama, o tejiendo sopladores para el fuego”. Hoy, cuando la
laguna de La Magdalena es tan sólo un recuerdo –azolvada y seguramente
repartida entre los ejidatarios, aunque cuando los años son cargados de agua,
la naturaleza retoma lo que le perteneció desde el principio de los
tiempos, cubre de agua los sembradíos--, los artesanos tienen que comprar y
traer el tule desde la Tierra Caliente o de la región del lago de Chapala.
esta bien
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